“El metal progresivo está ya establecido como estilo, tanto que se ha convertido en un género reconocido en sí mismo. En cierto modo, esto es desafortunado. Cuando se establece un proyecto para un estilo de música, lo que sigue tiende a incluir mucha imitación, pero copiar a Mastodon, Tool o Dream Theater es, por supuesto, perder el sentido de la música “progresiva”. Las bandas verdaderamente innovadoras simplemente tocan la música que les es natural, escuchando eclécticamente y sin encontrar nada extraño en la combinación de sus influencias. Al hacerlo, ya sea por accidente o por diseño, crean nuevos híbridos musicales, que para mí (junto con una lealtad a la idea del álbum como un viaje musical) es uno de los principios básicos de cualquier música que pueda llamarse progresiva. Mientras tanto, el metal continúa mutando y evolucionando, a veces de las formas más inesperadas, demostrando que está lejos de agotarse y es, de hecho, la forma musical más flexible. Es una especie de belleza extraña y brutal”.
Steven Wilson, prólogo al libro de Jeff Wagner Mean Deviation: Four Decades of Progressive Heavy Metal, 2010
El metal progresivo es un estilo musical difícil de definir y catalogar por un sonido específico, es más un enfoque o una aproximación que un sistema o una disciplina. Al igual que el rock progresivo, bebe de infinidad de influencias que aparentemente no guardan concomitancias con el sonido especialmente “pesado” o acelerado del que hacen gala las bandas más célebres. Si uno llega al prog metal a través de otras músicas (alejado del típico mundillo endogámico que sólo escucha un tipo de estilo concreto) es consciente de estas influencias, que van desde el jazz, el heavy metal y el rock progresivo hasta la música clásica, la escuela de Darmstadt e incluso el minimalismo. Toda música que se apellide progresiva tiene una esencia que busca de manera orgánica la fusión. Animals as Leaders son un claro ejemplo de este melting pot musical. Su líder, el excelso y virtuoso guitarrista Tosin Abasi ha declarado muchas veces que sus influencias son tan chocantes y diversas como Yngwie Malmsteen, Greg Howe, John Petrucci, Al Di Meola o Allan Holdsworth.
Animals as Leaders lanzaron su primer disco homónimo en 2009. Un buen debut aunque algo inconsistente, todavía estaban encontrando su sonido: está demasiado remarcada la diferencia entre temas y estilos, no es tan redondo como los posteriores aunque hay que destacar CAFO e Inamorata, dos composiciones extraordinarias y ya clásicas. En 2011 sacan Weightless, disco magnífico y heterodoxo con una cohesión increíble entre melodías que van del rock/metal progresivo más fiable (An Infinite Regression, Earth Departure o Weightless) hasta juegos jazzies (Do Not Go Gently, Cylindrical Sea) e incluso tonos de techno ambiental (Somnarium, Espera). Un álbum asombroso. The Joy of Motion (2014) supone la incorporación de Matt Garstka (batería) al dúo habitual: Tosin Abasi (guitarra solista) y Javier Reyes (guitarra rítmica). Aquí es donde nace definitivamente el sonido de Animals as Leaders. Disco absolutamente bestial con el trío reciente que crea un álbum armonioso y radicalmente equilibrado. Cualquier tema es una joya, por ejemplo Physical Education, Crescent o Nephele. Si The Joy of Motion fue el nacimiento de su sonido personal, en The Madness of Many (2016) empiezan a jugar y experimentar con ese sonido dando rienda suelta a melodías inclasificables, iconoclastas e inclusivas de todo tipo de estilos musicales. Tempos y armonías absolutamente cautivadoras. Cualquiera de los 10 temas son apasionantes. Pasarán 6 años hasta que publiquen su siguiente disco.
En su curso del Collège de France de 1984 Michel Foucault habló sobre la Parrhesía. Este curso está recogido en el libro El coraje de la verdad. El gobierno de sí y de los otros II. En la primera clase del curso dice así: “La parrhesía es etimológicamente la actividad consistente en decirlo todo: pan rhema. Parrhesidzesthai es «decir todo»”. La parrhesía tiene dos valores: peyorativo y positivo. Foucault se centra en el positivo, esto es: “decir la verdad sin ocultar ninguno de sus aspectos, sin esconderla con nada, sin enmascararla”. Pero para Foucault se deben dar dos condiciones fundamentales para diferenciar al charlatán impertinente que dice cualquier cosa que se le ocurre o que pueda ser útil para la causa que defiende eventualmente, y el auténtico parresiasta: “En primer lugar, la manifestación de un lazo fundamental entre la verdad dicha y el pensamiento de quien la ha expresado”, es decir, quien enuncia la verdad está ligado firmemente a esa verdad, se obliga a ella. Y “en segundo lugar, tiene que haber un cuestionamiento del lazo entre los dos interlocutores (el que dice la verdad y aquel a quien está dirigida)”. Esto es, al haber parrhesía se instaura o afronta el riesgo de ofender al otro, irritarlo e incluso encolerizarlo. Por eso “la parrhesía implica cierta forma de coraje, de valentía, poniendo en riesgo la relación con el otro que, justamente, hizo posible su discurso”.
Parrhesia es una obra de arte conceptual. Valiente, arriesgada e intensa. Como en todos los discos de Animals as Leaders no hay voz ni letra. Ellos expresan su verdad a través de su virtuosismo instrumental. El trío está en plena forma, audaces, temerarios, con un pelín de insolencia y totalmente progresivos. Es un álbum de una hondura musical extrema. Los conceptos parten de la melodía y armonía de cada una de las composiciones, música en estado puro. Los títulos de cada tema poseen un significado inherente que desarrolla su propia sonoridad, tonalidad, su canto instrumental. Valga como ejemplo el cuarto corte: Gestaltzerfall (descomposición de la forma): “Un tipo de agnosia visual. Es un fenómeno psicológico en el que se observan retrasos en el reconocimiento cuando se observa una forma compleja por un tiempo mientras la forma parece descomponerse en sus partes constitutivas”. La estructura musical de este tema entona perfectamente con la carga conceptual del título. Este álbum es más corto en duración y pistas que los anteriores. Animals han condensado su fusión de estilos y lenguaje musical en una obra artística refinada, trascendental y con ciertos momentos de abstracción tremendamente sugerentes. Matt Garstka juega con la batería como quiere, intercalando ritmos de jazz, rock, hardcore, death-metal… marcando el compás con su potencia desbocada pero controlada. Javier Reyes genera la atmósfera necesaria en cada tema, modulando la densidad acorde a su pulsión rítmica, sus bases melódicas son admirables, domina todos los registros con su toque agresivo. Tosin Abasi es uno de los mejores guitarristas de toda la historia, las virguerías que hace con sus guitarras de 7 y 8 cuerdas son inverosímiles, su capacidad compositiva es alucinante, su dominio sobre arpegios, escalas, acordes… es infinito, su genialidad es sobrecogedora y se respira en todo el álbum. Mención aparte merece Misha Mansoor (Periphery) cuya producción es fabulosa; crea un sonido limpio, nítido y elegante que le otorga al trío la cohesión y dinámica necesarias para que cada uno se muestre libre y genuino.
Estos tres músicos son parresiastas, ofenden e irritan a quienes piensan que la música sólo es comprensible desde el pop vocal simplón de karaoke, el rock riffero de salón o el clasicismo aristocrático de orquestas y cámaras; se dicen la verdad mutuamente sin tapujos, a la cara, dialogando entre ellos con riesgo, coraje, valentía y, sobre todo, con una polifonía instrumental verdaderamente sublime.
Menú y maridaje
Comida sofisticada y con sabor potente. Unos buenos Gyozas, bien tostaditos por la base y no muy hechos, rellenos de rabo de toro o carabineros. Foie a la plancha, algo de sal en escamas y, si os gusta el contraste, un poco de mermelada de moras o tomate. Anguila ahumada con un toque de vinagreta cítrica. Un buen plato de jamón ibérico de bellota. Algún cóctel iría bien. Desde el socorrido Negroni hasta un Dry Martini (cuidado con las cantidades en las mezclas). Por supuesto, buen vino. Algún godello del Bierzo, son excelentes. De postre tablita de quesos, con un disco así no pega lo dulzón.
Compañía
Es bienvenido todo aquel que necesita estribillos pegadizos, letras sentimentaloides y gorgoritos vocales para escuchar música. El contraste puede provocar espasmos, incomprensión y acidez. Tened a mano un desfibrilador por si alguien sufre un ataque al comprobar que la música va más allá de la canción del verano (otoño, invierno o primavera), Vivaldi incluido.
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