El género cyberpunk comparte una serie de características (mencionadas en la Parte I de este artículo) que hacen de este subgénero la evolución principal del género de Ciencia Ficción. Veamos los conceptos y filosofía fundamentales en los que se basan las obras de este subgénero creado por una serie de escritores del siglo XXI a mediados de los 80 entre los que encontramos a William Gibson, Phillip K. Dick y Bruce Sterling como los principales padres del género.

La violencia y la destrucción como resolución de conflictos.

En las películas cyberpunk no hay mediación posible, el planteamiento consiste muchas veces en un enfrentamiento de posiciones vitales de grupos de personas o colectivos que comparten intereses comunes no dejando espacio al diálogo entre las partes, esto es una de las características fundamentales y lo vemos muy claramente en películas antes mencionadas como Mad Max, Matrix, Akira…

La sociedad posmodernista vive polarizada en dos o mas colectivos donde normalmente uno de ellos ejerce el dominio o control sobre el otro bando e irremediablemente esto va a crear una contraposición de intereses cuyo final va a ser siempre el camino hacia la violencia representado muchas veces por el héroe individual.

La identidad del individuo (individualidad) frente a la autoridad establecida.

La figura del héroe es clave y figura fundamental en las películas cyberpunk, lo vemos en Kaneda (Akira), Deckard (Blade Runner), María (Metrópolis), Max Rockatansky (Mad Max), Neo (Matrix), sin embargo no es un héroe clásico tradicional, el héroe tendrá que enfrentarse a un enemigo que algunas veces será el propio Estado o instancia opresora y en otras ocasiones serán enemigos con intereses propios, en cualquier caso el héroe cyberpunk suele poseer fuertes valores de responsabilidad, fidelidad y sacrificio en pro del colectivo, el cual, siempre está un nivel superior en importancia respecto al héroe individual. Sin embargo encontramos un profundo vacío emocional en muchos de los personajes muy alineados con la filosofía existencialista mas próxima a Kierkegaard, es palpable una amargura y desasosiego latente en la vida de los héroes cyberpunks que solo puede ser “llenado” a través del grupo.

La tecnología, y lo real/irreal como elementos de la sociedad moderna.

Este subgénero, como genial evolución de su género principal, la Ciencia Ficción, incorpora toda la estética visual correspondiente al uso de las computadoras y la tecnología en cada uno de los ámbitos de nuestra vida, esto se ve muy claramente en Matrix, Blade Runner así como en su secuela Blade Runner 2049 y en el resto de filmografía antes citada, sin embargo donde verdaderamente esta tecnología es presentada como eje principal sobre el que gira toda la trama se visualiza en ciertas producciones que llegan a lo extremo en este sentido planteando cuestiones éticas, morales y filosóficas de manera disruptiva sobre los conceptos de realidad y ficción. Estas son Ghost in the shell (1995) y Avalon (2001) ambas del director de cine japonés Mamoru Oshii así como Johnny Mnemonic (1995) de Robert Longo con guion e historia del propio William Gibson.

De la misma manera vemos como el uso y abuso de la farmacología está muy presente siendo un elemento importante como distorsionador, y a veces alienador, de la realidad propia del individuo (¿Cómo en la actualidad?).

El cyberpunk como género que muestra el fracaso del modelo capitalista símbolo del no-progreso.

Ciertamente dejando atrás los convencionalismos de la Ciencia Ficción el mundo cyberpunk posee una estética visual muy potente que nació de la mano de la diseñadora inglesa Vivienne Westwood cuando abrió en King´s Road (Londres) su tienda de moda punk & new wave, fue un icono de este movimiento contracultural. Hay que tener en cuenta que el punk como corriente musical y estética visual nacieron a finales de los años 70 principalmente en Reino Unido y EE.UU, surgiendo como movimiento crítico subversivo de denuncia política y social, donde no se aceptaban las leyes originando de esta manera una corriente anárquica que combatía todo lo establecido desde distintos órdenes de la vida como la moda, la música, los principios morales y sociales.

En el entorno cyberpunk no hay un final feliz ni un futuro prometedor, la sociedad está condenada a vagar entre la miseria que el propio desarrollo de la sociedad ha convertido el hábitat del ser humano, no hay progreso ni evolución, sino todo lo contrario, las sociedades de las que hablamos son deprimentes, corruptas y miserables donde impera el no-progreso.

Distinción entre clases sociales, pertenencia al grupo

No podemos olvidar el aspecto social del género cyberpunk, en toda la filmografía vemos como la distinción de clases está presente en mayor o menor medida. Ya en sus orígenes primigenios y sin ser una película que comparta todas sus características pero destacando en este aspecto de denuncia social encontramos Metrópolis (1927), película claramente proto cyberpunk y que introduce una cantidad de conceptos clave que hacen de ella una película única y atemporal.

En Akira igualmente vemos claramente esta distinción social al quedar encuadrados los personajes siempre dentro de algún grupo social, ciudadanos, pandilleros, gobierno, militares, científicos, todos ellos con un propósito útil y vital pero contrario a los principios de libertad de Kaneda y su banda motorista “The capsule”. Es una sociedad donde los que prima es la cantidad frente a la cualidad, producto de una sociedad posmoderna y moribunda.

Y hasta aquí el análisis de esta grandísima obra “Akira” escrita y dibujada por Katsuhiro Otomo y co-escrita por Izo Hashimoto entre 1982 y 1990 que refleja como ninguna otra novela gráfica conceptos tan profundos como interesantes de un género complejo como es el cyberpunk. He preferido no entrar en el argumento de la obra en si misma orientando la serie de artículos en mostrar el origen y motivaciones de esta corriente artístico-político-social producto del posmodernismo del siglo XXI que está de plena vigencia en la actualidad.

–FIN–