From Hell (1993 – 1997). Parte I

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Hoy analizamos “From Hell” (1993-1997), una obra elaborada con precisión quirúrgica en la mente y en la fantasía de su creador Alan Moore. Una obra que se cimenta sobre la teoría especulativa de Stephen Knight en su libro Jack the Ripper: The Final Solution (1976) y el asesino en serie mas famoso de la historia elevando la conocida expresión popular “la realidad supera a la ficción” a otro nivel, así es la trama que nos narra Moore, un delirio que deambula magistralmente entre la ficción y la realidad.

Comenzando por el título de la obra “From Hell” el autor lo adopta procedente de una de las cartas anónimas que llegaron a la policía, dicha carta comenzaba con el encabezado… From Hell (Desde el infierno) siendo a día de hoy la mas acreditada como posiblemente enviada por el mismo Jack The Ripper. Casualmente, esta se encuentra desaparecida junto con el medio riñón humano que la acompañaba en una caja.

Se pueden analizar tantos aspectos en la obra de Moore que es difícil saber por cual de ellos empezar, comenzaré con el apartado gráfico de la obra, está desarrollado por Eddie Campbell, historietista británico y gran defensor de la novela gráfica como movimiento artístico que incluso llegó a publicar un manifiesto el cual no tiene desperdicio alguno tanto por su contenido como por su brillante y corrosiva ironía 100% british (publicado aquí).

Edición de 2001
Alan Moore
Edición de 2013
Carta From Hell

Hay que decir que el estilo desarrollado por Campbell en mi opinión es treméndamente acertado contribuyendo a sumergir al lector por completo en la historia por lo oscuro, terrorífico, indefinido y realista del mismo, al igual que todo el guion de la obra. Eddie Campbell nos invita a adentrarnos en las tinieblas de esta historia de terror utilizando tan solo una tinta, sin escala de grises, y con una técnica de tinta garabateada muy personal plasmando a veces la realidad con escenas completamente (o casi) fundidas en negro, dejando a la imaginación del lector terminar de recrear en su mente la terrible y angustiosa atmósfera de algunos de los escenarios, que en ciertas ocasiones son las calles de Londres, otras lo son habitaciones siniestras que representan piezas de un puzzle irresoluble, y en otras la noche mas oscura y fría del Londres victoriano, todo ello realizado con trazos irregulares, incluso en bastantes ocasiones indefinidos, desgarbados, horribles, feos, imperfectos, como la misma realidad que se está retratando, no hay espacio para la belleza, el perdón o la remisión en la obra de Moore y esto Eddie Campbell lo refleja a la perfección en su parte creativa de la obra.

La última década de 1880 fue terrible por la miseria económica existente en Inglaterra y especialmente Londres, esto se hizo aún mas crónico en barrios deprimidos como el de Whitechapel. Durante los últimos meses de 1888, dicho barrio londinense vivió una auténtica avalancha de asesinatos, un barrio que contaba con aproximadamente 62 burdeles y unas 1200 prostitutas. Entre agosto y noviembre, se llegaron a registrar en la zona hasta 11 muertes con parámetros similares, aunque solo cinco de ellas fueron atribuidas a Jack el Destripador. Recientemente el análisis del ADN de un chal de una de las víctimas terminó por ser la prueba definitiva que confirmaría quién era el asesino: Aaron Kosminski, un barbero polaco que en el momento de los asesinatos tenía 23 años y que fue internado en un psiquiátrico en 1891.

Existen en la obra de Moore dos constantes, una de ella es la lucha por la supervivencia de la clase obrera, la otra es el desarrollo de la vida en la esfera social de la nobleza y élite. Comparable con los conceptos de apolíneo y dionisíaco que el filósofo alemán Friedrich Nietzsche hacía sobre su interpretación de las figuras griegas Apolo y Dioniso y su significado. En la novela gráfica From Hell estos dos conceptos son expuestos en el Capítulo 4 por Sir William Gull a su ayudante el Sr. Netley como base biológica humana, tanto en la organización de nuestro cerebro como en la distinción de géneros atribuyendo los atributos apolíneos al hombre y los dionisiacos a la mujer, y no queda ahí, Moore va mas allá transpolando este concepto a la división natural de la sociedad donde se desarrolla la acción, la alta nobleza es sin duda apolínea, mientras que la masa del populacho pertenece a la esfera de lo dionisiaco, con todas las características e implicaciones que ello conlleva.

Londres sXIX
Ilustración From Hell

Al igual que en otra de las grandes obras de Moore “V de Vendetta“, observamos no solamente esta diferenciación de roles según las clases sociales, sino también la crítica que hace el autor a la sociedad de una época que parecía recoger todo lo peor que estaba por llegar a la vuelta de la esquina del siguiente siglo XX. El personaje de William Gull servirá a Moore como hilo conductor desde los primeros compases de la novela para descubrirnos toda la narrativa de la historia. Personaje sobre el cual hay que decir que existió en realidad y ciertamente llegó a ser nombrado barón por sus servicios como fisioterapeuta de la reina Victoria. Existe sin embargo un gran contraste en el tratamiento que hace Moore de William Gull al leer su biografía, este es descrito como una persona gentil y de cordial trato, mentalidad abierta y avanzada para su época, miembro del Concilio General de Medicina, nombrado Dr. Juris Honor en Oxford en 1868, Cambridge 1880 y en Edimburgo en 1884, profesor de Filosofía natural… una eminencia como médico que puso nombre al trastorno de la Anorexia nerviosa, todo este currículum profesional hace dificilmente (pero no imposible) imaginar este perfil de persona encajando dentro de la teoría especulativa de Stephen Knight, en su libro Jack the Ripper: The Final Solution, aunque como decía al comienzo del artículo, estamos ante una historia donde “la realidad supera a la ficción” y no debemos confundir el aspecto personal de los individuos con el profesional.

La obra se divide en 16 capítulos que narran la historia del asesino en serie inglés Jack The Ripper, Alan Moore realiza un grandísimo trabajo de documentación y elaboración no solamente del guion en si mismo sino también de episodios-sinopsis que acompañan a la parte gráfica y nos van describiendo con mayor detalle los acontecimientos de cada capítulo gráfico con referencias constantes a la documentación estudiada por él mismo, sin duda el trabajo es enorme, y fiel reflejo de ello es la belleza poética del desarrollo minucioso de la trama narrativa que se eleva hacia cotas dramáticas iguales sino superiores a las del mejor melodrama shakesperiano.

Hay episodios que nos transmiten una crudeza que va mas allá de lo asumible, como por ejemplo la mutilación realizada a Mary Jane Kelly descrita en el Capítulo 10 de la novela gráfica, un episodio clave, donde vemos como William Gull debido a los micro derrames cerebrales que padecía (en realidad) le sirve a Moore de licencia creativa para transportar al personaje a otro tiempo y espacio en el futuro, William Gull llega a afirmar a su cómplice, el cochero Sr. Netley “Acaba de empezar Netley, solo acaba de empezar. Para bien o para mal, el siglo XX… lo he hecho nacer yo”.

Sir William Gull
Diario de la época
Joseph Merrick

Y es que Moore juega con lo ficticio y lo profético, la vida y la muerte, lo sublime y lo macabro, lo dionisiaco y lo apolíneo, todo ello como parte de la esencia del ser humano que a su vez forma parte y dirige los designios de la historia de la humanidad que está por venir. Moore lo eleva a los cielos y lo deja caer de golpe haciéndonos ver con crudeza incontenible el aspecto malvado del ser humano. Es en este aspecto donde iremos viendo como Moore juega con un gran realismo, duro, inamovible, comparable al de otras grandes obras como por ejemplo “Contrato con Dios” del gran Will Eisner, donde la vida se nos muestra en toda su dimensión tal y como es, difícil, compleja, a veces despiadada y casi nunca amable.

En la segunda parte del artículo analizaremos los Capítulos de la obra uno por uno destacando los aspectos principales de la trama y de los personajes de esta grandísima obra que confirma a Alan Moore como un autor de los grandes a la altura de Will Eisner, Neil Gaiman, Hergé, Osamu Tezuka, Frank Miller, Jacques Tardi entre otros.

FIN Parte I


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