Betty Davis (1973)

Difunde cultura

Hay muchas razones por las que ahuyento al público. Número uno, soy una mujer. Dos, una mujer negra… Cuando subo a un escenario miro al frente y noto al público perplejo pensando que lo que escucha y lo que ve no es normal. ¿Una mujer negra exhibiéndose de esa manera? Uso mi voz y mi cuerpo para crear esos efectos. No escribo sobre cualquier cosa, escribo para hacer pensar… Los negros burgueses me encuentran ofensiva. Han sido programados para pensar que las mujeres negras que mueven el culo son unas putas… No soy cantante, Aretha Franklin es una cantante. Yo me considero un proyector rítmico. Me gusta el sonido y trabajo mi voz de mil maneras diferentes para que conecte con el ritmo musical, mi cuerpo se mueve, bailo y mis raíces negras se expresan. La danza negra se convierte en una cartografía alternativa”.


Declaraciones de Betty Davis en 1974 recogidas por LaMonda Horton-Stallings en su libro Funk the erotic: transaesthetics and black sexual cultures (2015)

Betty Davis lideró su propia banda, producía toda su música y arreglaba todas sus canciones durante un período en el que este nivel de independencia era inalcanzable para la mayoría de las mujeres en la industria musical. Ninguna otra cantante negra logró un grado comparable de autonomía en ese momento. Betty preconfiguró la imaginería estética egipcia y el concepto de afrofuturismo que tuvo una influencia enorme en grupos populares como Earth, Wind & Fire, Parliament-Funkadelic, y LaBelle. Betty Davis trasladó los principios del blues afroamericano en canciones y actuaciones que parodiaban, satirizaban y despreciaban los códigos convencionales sexuales desarrollando una estética funk-rock que era profundamente irreverente y rebelde. Aprovechó los sonidos y la energía de finales de los sesenta y principios de los setenta para desarrollar un estilo musical que ponía en primer plano su estilo vocal crudo, agresivo y arriesgado en términos tanto de sonido como de mensaje.

Davis transmitía sus ideas políticas y sexuales a través de la composición e interpretación de su música, conectando con las reivindicaciones feministas negras de muchas escritoras, activistas y teóricas de la época: Toni Morrison, Angela Davis, Gayl Jones o Ntozake Shange. Según la antropóloga cultural Maureen Mahon: “Betty Davis respondió al mismo conjunto de condiciones sociales y políticas que llevaron a las activistas y críticas feministas negras a identificar y problematizar patrones de creencias y comportamientos que marginaban, demonizaban y despreciaban a las mujeres negras. Contrarrestó estas tendencias colocando a las mujeres negras y su lucha por la igualdad en el centro de su trabajo”. Betty Davis era una intelectual orgánica al más puro estilo gramsciano.

Marvin Gaye lanzó su famoso disco Let’s Get It On en 1973, el mismo año en que salió el primer disco homónimo de Betty Davis. Las connotaciones sexuales del álbum de Gaye eran más que explícitas, sus sencillos recibieron toda la difusión posible y el álbum llegó al número dos en la lista de Billboard convirtiéndose en uno de los discos más míticos del músico norteamericano. Betty Davis (1973) apenas se promocionó. Salvo para un número limitado de expertos, críticos y artistas el disco de Davis pasó completamente inadvertido. Es obvio que la diferencia de publicidad, promoción y crítica entre ambos álbumes se debe a una discriminación por género en relación a la sexualidad expresada, pero no fue el único problema que encontró Betty para salir en las emisoras de radio de música negra o en los programas de prime time televisivos.

El sonido de Betty Davis, tanto vocal como instrumental, era un puñetazo en las tripas. El sonido de Gaye estaba arraigado en los tropos líricos del rhythm and blues, un sonido muy familiar y poco arriesgado. De manera similar, la vocalista Millie Jackson, quien surgió aproximadamente al mismo tiempo que Davis, a pesar de ser bastante provocadora (clasificada como artista X) tenía un estilo que bebía directamente del rhythm and blues y podía ser escuchada sin mucho esfuerzo. Chaka Khan, vocalista principal de la enorme banda Rufus, fue también coetánea de Davis y aunque se aventuraba más en sus letras con mensajes claramente espirituales y revolucionarios compartiendo un estilo visual seductoramente salvaje, su música y voz encajaban en el patrón habitual del soul deslizándose hacia un funk digerible. Lo mismo ocurría con Patti LaBelle, cuya enorme voz era fácilmente escuchable desde un estilo poco innovador. Betty Davis era mucho más inconformista, oscura y subversiva. Recordemos que estuvo casada con Miles Davis e influyó radicalmente en su ruptura musical hacia la fusión del jazz con el rock en el brutal y majestuoso disco de 1970 Bitches Brew (de hecho Miles Davis quería llamar al disco Witches Brew y ella le recomendó cambiar la W por la B), el propio Miles lo reconoce en su autobiografía co-escrita junto a Quincy Troupe: “Betty tuvo una gran influencia en mi vida, tanto personal como musical. Me introdujo en la música de Jimi Hendrix (y me presentó al propio Jimi Hendrix), pero también me dio a conocer otra música y otros músicos representantes del rock negro. Tenía amistad con Sly Stone y con todos aquellos tipos, y ella misma era una figura destacada. Si Betty continuara cantando hoy, sería alguien como Madonna, alguien como Prince. Inició todo aquello cantando como Betty Davis, su nombre de casada. Se adelantó a su época. De mí consiguió incluso que cambiara mi forma de vestir. Nuestro matrimonio duró aproximadamente un año, no más, pero aquel año estuvo lleno de cosas nuevas, de cosas sorprendentes y contribuyó a marcar la dirección que yo iba a seguir, lo mismo por lo que respecta a mi música que a ciertas cuestiones de mi estilo de vida”.

El funk de Betty Davis es agresivo, irreverente y perturbador. Una de las diferencias de Davis con respecto a otros grupos y cantantes funk de aquella época es que ella no tenía sus raíces en la iglesia negra, los espirituales, el góspel o las baladas corales. Davis enraizaba su música en el blues más puro: John Lee Hooker, Lightnin’ Hopkins, Jimmy Reed, Muddy Waters, Big Mama Thornton y Koko Taylor. Por lo tanto el funk de Davis rompe el contrato habitual de música bailable y fácilmente comprensible e introduce solos de guitarra en medio de canciones que suelen ser más largas de lo habitual (hay guiños a la producción de George Clinton) al estilo del rock. Las líneas de bajo que usa Davis en sus álbumes no son las habituales del funk mainstream. Toda esta fusión alejada de los grupos negros más populares y edulcorados hacen de Betty Davis una artista negra radical que sobrepasa lo meramente musical para instalarse en el Arte performativo, crítico y político.

Las canciones de Betty no son melodramáticas, no ofrecen clichés, no son poemas líricos llenos de ternura almibarada con purpurina, no son baladas alegóricas simplonas. Sus canciones hablan de sexualidad cruda, de fantasías eróticas sombrías, del humor transgresor que se ríe de todo (y todos), de conciencia política, de hambre y sudor carnal. Todo lo contrario a la música que acompaña de manera ridícula la luz de las velas de las prototípicas escenas romanticonas y cursis.

Toda su discografía (desgraciadamente muy poca) es un tesoro bestial e insólito. Empezad por su primer disco homónimo…

Menú y maridaje

Una buena barbacoa al estilo sureño norteamericano sería lo ideal. Empezamos con una buena ensalada de col acompañada de alitas picantes. Seguimos con patatas asadas, crema agria y queso fundido. Acabamos con unas deliciosas costillas de cerdo y un buen brisket ahumado. Cerveza que no falte (si es turbia mejor). De postre unos brownies de crema de cacahuete y banana split bien helado. Chupitos de orujo para hacer la digestión, why not?

Compañía

Esencial para citas reivindicativas, eróticas, ideológicas o pedagógicas (¿no son lo mismo?)


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