Sociedad zombificada

Difunde cultura

«El miedo es una de las emociones más antiguas y poderosas de la humanidad, y el miedo más antiguo y poderoso es el temor a lo desconocido.»

H.P. Lovecraft

Dicen los grandes pensadores de todos los tiempos que en la naturaleza está todo, solo tenemos que observarla, es un ejercicio contemplativo lo cual no es algo frecuente en estos tiempos que corren, y puesto que la contemplatividad no está asociada a la productividad puede considerarse uno de esos hábitos en declive. A pesar de este hecho, uno de los temas más fascinantes a la vez que insólito sobre los que reflexiono últimamente es la modificación de conductas de forma involuntaria e inconsciente, si bien el misterio reside en la técnica para la supresión de la voluntad propia, no dejo de pensar que es sin duda es un arma poderosa, poseer el control y ejercerlo individual o colectivamente bajo una obediencia ciega, sin fisuras, sin posibilidad de oposición o revolución.

Postulaba F. Engels en su obra “El origen de la familia, el Estado y la propiedad privada” que las sociedades están diseñadas para proteger a las clases elevadas, nobles, económicamente poderosas, pues el darwinismo social opera según el estrato social de los individuos. Sin embargo el mundo natural posee sus propias leyes, la naturaleza se rige según criterios azarosos más bien enfocados a la supervivencia de la especie y al establecimiento mecanismos de simbiosis e interdependencia alejados de toda ética o moralidad, el mundo natural es instintivo, irracional, amoral, aunque si profundizamos un poco más veremos como existen ciertos paralelismos que pueden conducirnos a un punto de duda un tanto inquietante.

Antes de continuar quiero citar dos interesantes libros recomendados por mi estimado amigo y cofundador de proyecto Pedro Bello, uno de ellos es “Filosofía zombi” de Jorge Fernández Gonzalo y el otro “Guia de supervivencia zombi” de Max Brooks, sin duda harán las delicias de sus lectores a la vez que ilustrar al lector sobre el mundo zombi (inclusive cinematográficamente) y sus características.

Aunque las dinámicas de las sociedades han ido evolucionando a lo largo de los tiempos podemos observar en ellas algunos rasgos imperturbables, el poder en los más alto, la masa en lo más bajo, lo apolíneo y lo dionisiaco. Como postulaba Karl Marx, la lucha de clases es consustancial a la existencia de las sociedades desde que el mundo es mundo, ciertamente, y lo que nos atañe en el artículo de hoy es una de las facetas más intrigantes desde el punto de vista sociológico, el control de las masas. Citaba anteriormente la referencia al mundo natural y su falta de reglas morales y éticas, que no simbióticas y de interdependencia entre especies e individuos, y los ejemplos son evidentes, la rémora se asocia al tiburón, el médico necesita de pacientes así como el comerciante a sus clientes, todo está relacionado, las dinámicas interconductuales nos obligan a ello queramos o no, lo denominamos “vida en sociedad”, y constituye un “todo” armónico a la vez que caótico, puesto que esencialmente esta vida organizada todavía se rige por principios antropológicamente primitivos, esto es, el control de los territorios y los recursos, siendo así desde el origen de los tiempos como magníficamente nos mostraban Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke en la apertura de Odisea 2001 tanto en la novela como el en film de 1968.

Ophiocordyceps camponoti-rufipedis
Leucocloridium paradoxum

Si a comienzos del siglo XX veíamos como tanto la cinematografía y la historia ofrecían la visión y acontecimientos de sociedades en constante lucha (Rusia 1917, México 1910-1920, China 1949, Cuba 1953-1959, Hungría 1956, Irán 1979, Portugal 1974) esto cambiaba velozmente conforme se avanzaba hacia el siglo XXI propagándose como un virus letal el sistema económico capitalista a todos los rincones del mundo, esto lo veíamos claramente en el cine sobre todo de la mano de directores rusos como Sergei Eisenstein en los inicios del séptimo arte y en G.A. Romero contemporáneamente reflejando en sus películas la evolución de la masa como representación de la sociedad. El materialismo histórico y los sistemas de producción como vehículo conductor condicionante del modo y el modelo de vida de las sociedades y de las personas, una vez más absolutamente profético Karl Marx establecía el diagnóstico de la enfermedad, completamente esencial para comprender el mundo en el que vivimos.

Las sociedades actuales no están pensadas ni tienen entre sus objetivos procurar la felicidad de sus individuos (más bien todo lo contrario), incluso las que lo han intentado como la sueca a través de sus políticas de bienestar han fracasado estrepitosamente, recomiendo ver “La teoría sueca del amor” (2015) de Erik Gandini donde se puede ver claramente este fenómeno social en el que ancianos mueren silenciosa y solitariamente en sus confortables apartamentos rodeados de un gran bienestar y confort material.

Cabe sin duda preguntarnos, una vez hecha esta puesta en contexto previa a ir entrando en materia, ¿Qué tipo de posmodernidad hemos alcanzado? ¿Se ha subvertido el propósito de la ilustración como defendían Adorno y Horkheimer? ¿Donde quedan ciertos atributos como la libertad, la imaginación y la creatividad del ser humano?.

El mundo natural es fascinante, con la emisión de la serie “The last of us” (2013) se popularizaba una de las asociaciones naturales parasitarias más singulares desde el punto de vista conductual que puedan existir a través de la figura del hongo Cordyceps, ciertamente no siendo ni mucho menos la única relación parasitaria existente en la naturaleza lo asombroso de este fenómeno es la técnica utilizada por el hongo Ophiocordyceps para la manipulación del huésped a través de la producción de sustancias químicas que modifican su conducta para adaptarla y favorecer el desarrollo del hongo parásito, esto incluye la acción de conductas completamente contrarias del individuo respecto al comportamiento normalizado del grupo como sucede con las hormigas donde el hongo parásito manipula individuos zombificados a su propio beneficio. ¿Cómo es posible que la inducción mental a través de la química modifique la conducta de un individuo para realizar acciones controladas y programadas?

La palabra zombi proviene del kimbundu que es uno de los principales idiomas bantúes hablados en Angola, el «nzúmbe» es el término con el se denomina el alma de una persona muerta, esto es, el origen de la cultura y fenómeno zombi lo encontramos arraigado en la religión afrocaribeña conocida como vudú.

Sin embargo, el origen de su nombre es la única similitud entre el zombi vudú y el zombi viral. Aunque se dice que los houngan vudú (sacerdotes) pueden convertir humanos en zombis mediante la magia, la práctica se basa, fuera de toda duda, en ciencia pura. El «polvo zombi», la herramienta usada por el houngan para la zombificación, contiene una neurotoxina muy potente. La toxina paraliza de forma temporal el sistema nervioso del humano, creando un estado de hibernación extrema. Con el corazón, los pulmones y otras funciones corporales operando al más mínimo nivel, sería comprensible que un médico forense con poca experiencia declarara muerto al sujeto paralizado.

Guia de supervivencia zombi, Max Brooks

¿Qué sucede con los humanos en sociedad, una vez vista esta diferencia esencial entre zombi viral y zombi vudú?, ¿Que es lo que zombifica a los indivíduos de nuestras sociedades? ¿Que elemento químico somete las voluntades de la población creando ciudadanos zombis? ¿Hemos creado las circunstancias y los elementos necesarios para crear sociedades zombificadoras? El individuo zombi al igual que la hormiga necesita de una conexión química procedente del exterior bien definida, este hito hace ya mucho tiempo que fue alcanzado con la conquista de la síntesis química artificial de laboratorio y la producción de benzodiazepinas y derivados del opio, esta química actúa sobre el sistema nervioso, al igual que el Ophiocordyceps sobre el del insecto llevándolo a un estado inducido de consciencia alterada, o mejor dicho, de consciencia anulada, a partir de ahí el sujeto pierde la comunicación con el que Sigmund Freud y Jacques Lacan denominarían “El otro yo“, esa conciencia subyacente donde reside nuestro verdadero yo e identidad, de tal manera que el individuo queda desprovisto de conciencia, consciencia y voluntad propia para acabar siendo una sombra de si mismo a merced de la voluntad de otros, como vemos, la sumisión química es de facto un rasgo inherente a las sociedades al igual que la naturaleza. Este rasgo lo apreciábamos claramente en la tercera entrega de G.A. RomeroEl día de los muertos” (1985) y en la cinta “White zombie” (1932) de Victor Halperin.

Sin duda el ser humano es un ser artificial, el único animal que somete la naturaleza a sus necesidades en vez de adaptarse a ella. Artificial por naturaleza desde que se convirtió en homo faber gracias a un cerebro evolucionado que le dotaba de la capacidad de abstracción necesaria para poder llevar a cabo la creación de artificios y enfrentarse así a los peligros del mundo salvaje. Este concepto es ampliamente tratado en el magnífico ensayo de C.S. LewisLa abolición del hombre” uno de los 100 mejores ensayos del siglo XX. Sin embargo, llegado el siglo XX y XXI creamos instrumentos para el estudio del propio ser humano, esto es, una especie estudiándose conductualmente a sí misma hasta alcanzar el zenit de este paradigma con la aparición de las redes sociales y la interacción pauloviana, esto dió origen a otro tipo de zombi, aquellos cuya dependencia tecnológica modifica su comportamiento en pro de determinados factores como la búsqueda de una imagen social (¿identidad propia?), estatus, fama o relevancia. En esta ocasión no es la química sino la tecnología y el condicionamiento clásico el vehículo conductor de esta nueva alienación social, que posibilita a todos los ciudadanos con sus ordenadores (smartphones) una conexión directa con el sistema nervioso central de las sociedades. Ya lo decía Romero en su película “Zombi, el amanecer de los muertos” (1978) “…los zombies están acostumbrados a volver a los lugares que visitaban frecuentemente, forma parte de sus recuerdos“.

Aprovecho este interludio para recomendar antes de que se me olvide la imprescindible película Sucesos en la cuarta fase (1974) dirigida por Saul Bass donde podremos aprender una lección de naturaleza autoconsciente en acción y sus consecuencias letales, toda una lección de lucha de especies, aprendizaje lógico-conductual y evolucionismo darwiniano.

G.A. Romero nos da las pautas del fenómeno y la evolución zombi desde la perspectiva de su trilogía cinematográfica, si bien la primera película nos presenta el acontecimiento como un misterio difuso, azaroso, incluso como un accidente de la naturaleza, ya nos ofrece unas pautas claras y definidas, el monstruo ha surgido para establecerse y cohabitar en nuestra sociedad. Todos finalmente terminaremos de una u otra manera siendo zombis en algún aspecto. En la segunda parte, 1978, Romero profundiza más en la sociología del zombi llevando a cabo una clara crítica al sistema consumista capitalista, el consumo perpetúa la conducta zombificante del individuo (centros comerciales) en un bucle perpetuo sin salida. Finalmente ya en la tercera y última parte de su trilogía zombi (1985), el director centra su interés por escudriñar la psique de la criatura, sobre todo a través de sus recuerdos, todavía queda algo de conciencia en lo más profundo del ser transformado que no olvida lo que un dia fue antes de convertirse en el ser que es (probablemente rasgo heredado de “White Zombie” de 1932).

Ophiocordyceps camponoti-rufipedis
Ophiocordyceps unilateralis

Dijo Ishtar: «Por favor, padre, te lo ruego, préstame el Toro Celeste tan solo por un rato. Quiero llevarlo a la tierra, quiero dar muerte al mentiroso Gilgamesh y destruir su palacio. Si te niegas, derribaré las puertas del inframundo y un millón de espíritus hambrientos subirán a devorar a los vivos, y superarán los muertos a los vivos».

Gilgamesh, Tablilla VI

El suceso zombi es un fenómeno del siglo XX, propio de las sociedades consumistas capitalistas, producto de la evolución del zombi vudú primigenio hacia el zombi viral posmoderno donde los individuos son transformados en seres alienados, anestesiados, enfermos y desprovistos de voluntad a mil años luz del superhombre creado por Nietzsche, no sólo el hombre ha matado a Dios, sino que el ser humano se ha deconstruido a sí mismo para convertirse en un ser frágil, carente de valores y fantasmagórico al margen de la vida posmoderna a la vez que inducido hacia un estado de desorientación vital. Uno de las rasgos fundamentales del elemento zombi es la ausencia de la palabra y el lenguaje, la pérdida de estos elementos implica una ausencia total de comunicación tanto consigo mismo como entre individuos por lo que de esta manera el propósito del grupo, la masa, queda limitado a una pulsión instintiva primitiva orientada hacia la supervivencia, esto es básicamente, cazar y alimentarse. Sin duda lo zombi toma el concepto original basado en el vudú para realizar una adaptación artística (cinematográfica) especular de nosotros mismos siendo transformados por el propio sistema capitalista en monstruos y anulando las características esenciales que nos definen como seres humanos para terminar siendo convertidos en cuasi seres vegetales animados.

Hemos visto el fenómeno de la sumisión desde una perspectiva química, otra más desde una perspectiva tecnológica-conductual a través de las redes sociales pero existe una perspectiva adicional que especialmente interactúa con toda la masa social en un ámbito temporal constante e ininterrumpido 24/7, es el márketing de consumo, la herramienta perfecta que sustituye la voz interior encargada de comunicarse con “El otro yo” para realizar su trabajo constante de identificación y suplantación del “ser” por el “tener”, es un juego de manos psicológico donde la esencia se intercambia por la tenencia, bienes materiales iconos del estatus social, es parte de la zombificación, otra modalidad cuyo propósito es de nuevo inducir un estado de realidad ficticia que modifica la conducta del individuo al igual que el Cordyceps, en este caso en beneficio de la afortunada empresa escogida para la venta del artículo en cuestión. De nuevo otra alteración conductual inconsciente e involuntaria inducida por factores externos, invisibles, imperceptibles, y sin embargo reales. De nuevo otra transpolación de la naturaleza adaptada a las sociedades modernas.

Mucho se ha escrito y mucho se ha filmado sobre la figura zombi, ríos de tinta y miles de metros de celuloide, ¿acaso la representación cinematográfica no es sino un reflejo real y certero del espíritu de nuestras sociedades? Esto me lleva a concluir con la pregunta quizás más aterradora que puedo hacerme a mí mismo y no es otra que ¿se ha convertido la industria cinematográfica casi en su totalidad en otra herramienta zombificante más? ¿Se ha abandonado el realismo o ficción argumentada para convertirse en el nuevo vehículo conductor de realidades ficticias sin trasfondo ni concepto difundido a través de las infinitas plataformas audiovisuales que vierten sus producciones industrializadas excrementicias sobre los cerebros vacíos de los espectadores? ¿Se ha subvertido el propósito del séptimo arte ahora al servicio del espíritu capitalista consumista?.

Hasta aquí esta sincera y breve reflexión personal posmoderna y realista, que no pesimista, del mundo actual, complejo, lleno de trampas y engaños disfrazados, tan salvaje como la naturaleza misma, pocos son los que despiertan a la realidad para atrincherarse en su barricada y resistir la química, el conductismo y el neuromárketing anestesiante y alienador de nuestro más profundo e íntimo yo, es una batalla perdida no exenta de lucha y resistencia a través de la voluntad y la determinación a no ser conquistados y doblegados, aunque quizás cabría pensar que la mejor opción posible fuera la propuesta por G.A. Romero, tú decides.

“…subámonos a ese viejo helicóptero, encontremos una isla en algún lugar, emborrachémonos… y pasemos el tiempo que nos quede tomando el sol.


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