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Sobre el cielo (gr.: Περὶ οὐρανοῦ, lat.: De Caelo) es un tratado escrito por Aristóteles en el 350 a. C., que contiene ideas centrales de su física, cosmología, su teoría astronómica y sus ideas sobre el funcionamiento concreto del mundo terrestre. La obra está compuesta por cuatro libros, de longitud decreciente, en el que el autor va desarrollando de manera paralela, más que sucesiva, investigaciones de temas físicos, referidos al universo en general, los cuerpos simples que lo forman, la naturaleza del cielo, de los astros y de la tierra.
Según Aristóteles en Sobre el cielo, los cuerpos celestes son los seres (o “sustancias”) más perfectos, cuyos movimientos se rigen por principios distintos de los cuerpos en el mundo sublunar. Estos últimos están compuestos por uno o todos los cuatro elementos clásicos (fuego, aire, agua y tierra) y son perecederos; pero la materia de la cual están hechos los cielos es de éter imperecedero, por lo que no están sujetos a generación y corrupción. Por lo tanto, sus movimientos son eternos y perfectos, y el movimiento perfecto es el circular, que, a diferencia de los terrenales, puede durar eternamente. A veces Aristóteles parece considerarlos como seres vivos con un alma racional como su forma (véase también Metafísica, XII). Este trabajo es significativo como uno de los pilares definitorios de la cosmovisión aristotélica, una escuela de filosofía que dominó el pensamiento intelectual durante casi dos milenios. Del mismo modo, este trabajo y otros de Aristóteles fueron importantes obras seminales de las cuales se derivó gran parte de la escolástica. También existe un trabajo espurio en el corpus aristotélico cosmológico titulado Del universo.