Electric Mud (1968)

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There’s a demon in me. I think there’s a demon in everyone, a dark piece in us all. And the blues is a recognition of that and the ability to express it and make fun out of it, have joy out of that dark stuff. When you listen to Muddy Waters, you can hear all of the angst and all of the power and all of the hardship that made that man. But Muddy let it out through music, set the feelings loose in the air. The blues makes me feel better”.

Keith Richards, prólogo al libro de Robert Gordon Can´t be satisfied. The life and times of Muddy Waters.

Primero fue el Blues, más tarde llegó el Rock. A partir de los 60 del siglo pasado se invirtió el orden. Fue la eclosión de bandas como Cream, The Rolling Stones, Creedence Clearwater Revival, The Doors o Led Zeppelin. Pero los inspiradores y compositores de algunas canciones que esas bandas versionaban (así como su manera de tocar y cantar) fueron viejos cantantes de Blues: Leadbelly, Robert Johnson, Mississippi John Hurt, Howlin’ Wolf, Elmore James, Willie Dixon, Albert King… y muchos más.

Hay un viejo refrán: “Piedra que rueda no acumula musgo”. Muddy Waters se inspiró en este dicho para componer su canción Rollin’ Stone en 1950. Cuando en los 60 se convirtió en el padrino del Rock su canción bautizó al inmortal grupo inglés, al tema de apertura del disco de Bob Dylan Highway 61 Revisited y a la revista musical más famosa del mundo.

Chess Records fue la compañía discográfica de Blues más importante de la industria musical. Marshall Chess (hijo de Leonard Chess, fundador del sello) lanzó un sello subsidiario de Chess a finales de los 60: Cadet Concept Records, dando cabida a música mucho más experimental y fundamentalmente psicodélica. Como la psicodelia estaba de moda, Marshall pensó que podía ayudar a los viejos bluesmen a insertarse en ese mercado y ganar dinero. Escogió para sus discos de Blues más experimentales a las leyendas Muddy Waters y Howlin´ Wolf.

En Mayo de 1968, mientras el elitismo universitario francés hacía su particular revolución lampedusiana, un buen número de músicos negros, que experimentaban con el jazz-rock y eran unos auténticos virtuosos, se reunieron junto a Muddy Waters en los estudios de grabación de Chess Records revolucionando profunda y decisivamente el Blues.

Electric Mud fue un disco tremendo, salvaje y rupturista aunando el Blues y la psicodelia más crepitante. Provocó críticas entre los puristas del Blues (hay cierto paralelismo con las críticas que provocó aquí La leyenda del tiempo (1979) entre los puristas del flamenco) catalogándolo de parodia, pantomima y bastardización del Blues clásico. Muddy Waters lo grabó sin saber muy bien lo que estaba haciendo. Según las palabras del fantástico guitarrista Pete Cosey: “Vine preparado para tocar blues tradicional y encontré algunos equipos electrónicos. Así que me conecté y despegamos. Muddy no tenía nada que hacer salvo ser Muddy Waters y todo giraba a su alrededor. Daba vueltas por el estudio sacudiendo la cabeza. Durante toda la sesión dijo: ‘No sé, chico, no sé’. No se molestó, o si lo hizo, no dejó que eso estropeara las cosas. Pero estaba claramente confundido”.

Es un disco atronador y brutal de principio a fin. Es cierto que todos esos sonidos punzantes de efectos electrónicos son desorbitados y hay cierta exageración en que suenen psicodélicamente afilados, pero es pura energía y todos esos “artefactos” no impiden que la voz de Muddy Waters se imponga y marque el ritmo. Tiene un cierto aire de grabación directa, casi en vivo, apenas agregaron sonidos en la post-producción. Pete Cosey está absolutamente desatado, furioso; su guitarra está en permanente convulsión en todo el disco. El órgano de Charles Stepney crea la atmósfera psicodélica perfecta y sus arreglos son fabulosos. El siempre eficaz Louis Satterfield suena apabullante, aturdiendo con los graves de su bajo. Morris Jennings sostiene el sonido experimental con su infalible batería, a veces jugando con sonidos funkies e incluso jazzísticos. Una banda técnicamente experta y en estado de gracia.

La canción que abre el disco es toda una declaración de intenciones: El clásico de Willie Dixon I Just Want to Make Love to You (popularizado por Etta James en 1960) suena sensual, sucio y provocador (Frank Zappa habría dado su visto bueno). El álbum tira de hits blueseros atemporales como Hoochie Coochie Man o Same Thing (Willie Dixon) y temas propios de Waters (Mannish Boy o She’s All Right), salpicados por una enorme versión de los Rolling (Let’s Spend the Night Together) y tal vez la joya de la corona: Herbert Harper’s Free Press News, un tema que volvía loco al mismísimo Jimi Hendrix.

Prefiero Electric Mud a After the Rain o Fathers and Sons (ambos fabulosos y publicados por el mismo sello en 1969) porque Electric Mud es más visceral, arriesgado y con un punto temerario que le confiere la típica mitología del malditismo; además fue la piedra de toque del Blues tradicional electrificado con una leyenda que posteriormente despotricaría de su calidad. Cerca del final de su vida Muddy Waters diría: “El disco ese que hice Electric Mud fue una mierda. Cuando salió por primera vez, comenzó a venderse como churros, y luego empezaron a devolverlos. Dijeron: ‘Esto no puede ser Muddy Waters con toda esta mierda, todo este wow-wow y fuzztone’”. La mueca de Muddy en la contraportada del disco es enigmática. No sabemos si sonríe, se muestra escéptico, receloso o desconfiado. Su gestualidad misteriosa (a lo Mona Lisa) contribuye a la leyenda de álbum maldito.

Discazo imprescindible del que puede disfrutar cualquiera sin necesidad de ser un experto en Blues. Especialmente interesante para quienes se divierten con el Rock (en sus versiones más y menos duras) ya que los instrumentos suenan con una fuerza y contundencia que hacen las delicias de los rockers más puretas. La voz de Muddy conmueve a cualquiera que tenga una mínima fascinación por la música en su forma más primitiva, genuina y elegante.

Menú y maridaje

Electric Mud combina a la perfección con unas buenas hamburguesas poco hechas en pan de brioche, alitas de pollo muy picantes y algunos encurtidos. También apostaría por una buena pizza de masa gruesa (estilo Chicago) con carne picada y queso a saco. Todo muy norteamericano. La bebida está clara: cerveza. Unos buenos tanques o pintas de cerveza IPA, bien amarga y fría. Podemos acabar con unos brownies o una atomic cake. La sobremesa hay que digerirla con un buen Old Fashioned. Si somos muy golosos unas palomitas con toffee no están de más.

Compañía

Lo dejaré bien claro en esta primera entrega de Mellow Pot: como melómano, cinéfilo y bibliófilo la mejor manera de escuchar un disco (al igual que leer un libro o ver una película) es hacerlo completamente solo (o como mucho junto a una sola persona). Dicho esto haré recomendaciones sobre con quién podéis compartir la escucha de los discos sugeridos.

Electric Mud se podría escuchar con dos tipos de compañías:

a) Amig@s amantes del Blues y/o de anécdotas cachondas. Gente con sentido del humor. Divertidos. Importante: que sepan reírse de sí mismos. Gente abierta, apasionada y sin prejuicios. Zampabollos y bebedores. Bailongos que no sepan bailar. Interesante si la reunión es en un espacio abierto con posibilidad de BBQ, así el disco sonará como si fuese música en directo. Ah, no olvidéis las armas por si aparece una turbamulta de hípsters con aperitivos healthies, vermú que han macerado ellos mismos o cupcakes caseros.

b) Es un disco que tiene un punto porno-erótico que puede venir muy bien en una cita íntima pseudo-romántica. Aunque no a todo el mundo le ponen los punteos estridentes y la garganta reptiliana de Muddy pero por probar que no quede. No garantizo nada. Si no hay suerte siempre podéis naufragar en el vital “barro eléctrico”.


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