John Coltrane and Johnny Hartman (1963)

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Era viernes, 21 de julio, y, sin esperármelo, me tropecé con un espectáculo desgarrador. John Coltrane, el hombre que nos regaló A Love Supreme, había muerto. Montones de personas se habían reunido frente a la iglesia de San Pedro para despedirse de él. Transcurrieron las horas. Era como si hubiera fallecido un santo, un santo que había ofrendado música curativa pero a quien no se le había permitido curarse con ella. Junto con todos aquellos desconocidos, experimenté una profunda sensación de pérdida por un hombre a quien no había conocido salvo a través de su música”.


Patti Smith, Éramos unos niños, 2010

John Coltrane es una figura legendaria. Un mito. Un artista que transfiguró el saxo en sexo, pasión, adoración, amor supremo. Coleman Hawkins fue el padre. Charlie Parker fue el hijo. John Coltrane fue el espíritu santo. Bird murió a los 34 años en 1955 y ese mismo año Philly Joe Jones conectó a Coltrane con Miles Davis y empezó su fulgurante carrera formando parte del mítico The Miles Davis Quintet. En poco más de una década condensó todo su potencial musical. Innovó y revolucionó la escena jazzística desde una perspectiva sagrada, espiritual, ascética, trascendental, casi divina. Murió en 1967 a los 40 años.

En 1961 Coltrane fichó por el sello Impulse! convirtiéndose en el segundo músico mejor pagado de la historia del jazz (sólo por detrás de su antiguo jefe Miles Davis). El primer disco que grabó con este sello fue Africa/Brass, disco esencial de Coltrane donde experimenta con ritmos africanos alejándose del típico 4/4 (estilo rítmico del swing). No obtuvo buenas críticas en su lanzamiento. Poco después Impulse! sacó el increíble Live at the Village Vanguard, un directo brutal que precede al free jazz con el cuarteto clásico formado por McCoy Tyner (piano), Jimmy Garrison (contrabajo), Elvin Jones (batería) y el propio Coltrane (saxo). El historiador de jazz Ira Gitler comentó: Quizás Coltrane está buscando nuevas formas de expresión pero si van a tener esta forma de aullidos, chillidos e infinitas repeticiones de escalas mejor que se deshaga de ellas”.

Estos discazos eran bastante vanguardistas y se distanciaban del cool jazz, así que Bob Thiele, productor de Impulse!, decidió mostrar el lado más accesible de Coltrane al gran público e impulsó dos colaboraciones con un estilo más “tradicional y equilibrado”. En septiembre del 62 unió a Coltrane con el maestro Duke Ellington, y en marzo del 63 incorporó la magnífica voz de Johnny Hartman al cuarteto clásico.

El disco con Johnny Hartman no es (ni de lejos) el mejor disco de John Coltrane pero quizás sea la mejor colaboración de un vocalista y un saxofonista en la esfera del jazz. Coltrane admiraba a Hartman y eso es palpable en la elaboración del álbum. La voz de Hartman actúa como un instrumento más, haciendo alarde de sus “solos” vocales, jugando con el tempo, los tonos y las notas de una forma prodigiosa. De vez en cuando aparecen los fraseos y solos hipnóticos de McCoy Tyner al piano, embriagando el disco de un romanticismo taciturno realmente cautivador. Jimmy Garrison y Elvin Jones generan la atmósfera rítmica perfecta cohesionando la fuerza pasmosa de los tres solistas. Las apariciones de Coltrane son grandiosas pero controladas. Se le nota comedido, discreto, casi en segundo plano. Es un Coltrane replegado del hard bop y más cercano al West Coast jazz. Su virtuosismo y versatilidad le capacitaban para tocar cualquier estilo musical aunque él alteró el jazz creando su propio e inimitable estilo.

El tema de apertura (They say It´s wonderful) deja claro que el disco que vamos a disfrutar tiene un aire melancólico e introvertido aunque tremendamente expresivo. No es baladí que comience con el piano de Tyner marcando la cadencia. El saxo de Coltrane va apoderándose del tema poco a poco, tímidamente, hasta que se impone con un solo magistral. Dedicated to you sigue desarrollando esta cadencia taciturna con una expresividad vocal de Johnny Hartman absolutamente desbordante. Coltrane replica la voz de Hartman de manera sutil, exquisita y refinada. Los siguientes tres temas son las verdaderas obras de arte de este disco: el comienzo de My one and only love es espectacular. Un solo de John Coltrane de algo más de 2 minutos que pone la piel de gallina. Un clásico absoluto de este álbum. Lush Life es una de las baladas más enrevesadas de la Historia del jazz. La interpretación aquí es sublime. Coltrane adobaraba esta canción (en 1958 llevó a cabo una versión mítica de 14 minutos junto a Donald Byrd y Red Garland). La versión de este disco es la favorita de muchos entendidos del género. El complicado juego vocal que tiene que hacer Hartman es brutal. You are too beautiful es una gozada. Tyner se marca un solo apoteósico. Hartman tiene un misterioso tono irónico en esta canción, algo fascinante. Termina el disco con Autumn serenade, tema algo más animado que el resto, lo cual resulta sorprendente y refrescante; por un momento Coltrane se desata un pelín y Elvin Jones parece seguirle en un guiño provocador.

Disco absolutamente clásico. La producción es perfecta. Uno de los discos con mejor sonido de la Historia de la música. Imprescindible. Un álbum accesible para todos los públicos. El jazz tiene muchos prejuicios que normalmente se instauran debido a la ignorancia o el elitismo snob. Este disco puede destruir esos convencionalismos y ser la puerta de entrada a un mundo musical complejo, placentero y desafiante.

Menú y maridaje

Más que un menú habitual, es mejor un piscolabis. Tapas de calidad. Una buena tabla de quesos viene muy bien. Los azules encajan a la perfección: Cabrales, Stilton, Bleu de Bresse, Gorgonzola… Unas ostras ni os cuento, con un toque picante y ácido. Un buen steak tartar de solomillo de buey tampoco le iría mal, subidito de tabasco. Vieiras ligeramente marcadas y flambeadas con el jugo de su coral van de lujo. Evitad embutidos y fritos. Todo regado con un buen vino blanco. Preferiblemente Treixadura, Pinot Gris o Riesling. Si sois muy aficionados a los espumosos un buen Champagne o Cava no estaría mal. Si después os apetece algo de postre unas fresas maceradas en vinagre de Módena con un poco de azúcar moreno es una buena elección. Si optáis por incluir nata, montadla vosotros mismos con una gotas de Armagnac, el resto os lo bebéis.

Compañía

Es un disco profundamente intimista. Nada de colegas de farra, familiares lejanos o vecinos entrometidos. Si vais a compartir la escucha de este álbum debería ser con una persona importante con quien tengáis algún tipo de vínculo emocional o afectivo (especialmente si habéis optado por la nata). No lo recomiendo en primeras citas. A pesar de durar poco más de media hora (lo cual viene muy bien para escucharlo varias veces) no es un disco de aquí te pillo aquí te mato; necesita reposo, calma y fe. Lo erótico-festivo se disfruta mucho más cuando implica espiritualidad y magia. John Coltrane lo sabía muy bien.


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