“Paso mucho tiempo en el baño. Leí en alguna parte que es como prepararse para la muerte… todo tiene que ver con mirar tu propia imagen. No sólo por los espejos, sino porque el baño es donde diseñas la manera de presentarte en sociedad… se trata de prepararte para salir de tu mundo privado al mundo público”.
Polly Jean Harvey
Las portadas de Dry y Rid of Me generaron desconcierto en su momento. En ambas PJ Harvey aparece en el baño. En Dry la portada es un primer plano borroso de su mandíbula pegada al cristal, en la contraportada se muestra desnuda saliendo del agua, como una Ofelia vampirizada sonriendo siniestramente (todavía mucho más evidente en la portada de su tercer disco To Bring You My Love). En Rid of Me aparece en la portada con el pelo mojado, fotografiada en el momento que el pelo se mueve en espiral hacia arriba. La contraportada es un primer plano de su cara con los ojos cerrados, con una mitad iluminada, serena y limpia mientras la otra mitad es oscura y con unos extraños hilos que crean un tono misterioso. Las fotos fueron hechas por la artista Maria Mochnacz, habitual fotógrafa y directora de los vídeos musicales de Harvey. Desde que comenzó su carrera musical PJ Harvey ha dado una importancia nuclear a su imagen; su arte no sólo recae en el ámbito musical sino también en el fotográfico, audiovisual y poético (el libro El hueco de la mano es fascinante, Harvey pone poesía a las fotografías de Seamus Murphy). Esas imágenes que ilustran sus dos primeros discos son reflexivamente meduseas.
Medusa era una de las tres hermanas mitológicas conocidas como las gorgonas, según nos cuenta Ovidio en sus Metamorfosis: “Medusa era de una belleza deslumbrante, y muchos nobles rivalizaban con la esperanza de poseerla, y nada en ella era más hermoso que sus cabellos. Dicen que Neptuno la violó en un templo dedicado a Minerva: la hija de Júpiter se volvió de espaldas, cubriéndose los castos ojos con la égida, pero para que el hecho no quedase impune, transformó la cabellera de la gorgona en serpientes repugnantes”. Medusa transformaba a todo aquel que la miraba fijamente en piedra. Perseo acabó con ella cortándole la cabeza. Así lo cuenta Ovidio: “Por todas partes, en los campos y en los caminos, Perseo había visto estatuas de hombres y de animales que se habían convertido en piedra al mirar a Medusa, pero él había mirado su terrorífica figura cuando se reflejaba en el bronce del escudo que empuñaba en su izquierda, y mientras un sueño profundo se apoderaba de ella y de las serpientes le cortó la cabeza”. La cabeza de Medusa sin vida seguía manteniendo su poder paralizante, por eso la diosa Atenea la llevaba en su pecho, “guardaos de mirar directamente a la diosa”. En la época clásica, los colgantes y otras joyas que representaban la apariencia aterradora de Medusa se usaban con frecuencia para protegerse de los malos espíritus, y los guerreros pintaban genitales femeninos en sus escudos para aterrorizar al enemigo. En términos freudianos: decapitar es castrar; en su pequeño texto La cabeza de Medusa escribe Freud: “Si la cabeza de Medusa sustituye la representación de los genitales femeninos, o si más bien aísla su efecto terrorífico de su acción placentera, cabe recordar que ya conocemos en otros casos la ostentación de los genitales como un acto apotropaico. Lo que despierta horror en uno mismo también ha de producir idéntico efecto sobre el enemigo al que queremos rechazar. También el miembro viril erecto tiene acción apotropaica, pero merced a otro mecanismo. Mostrar el pene —o cualquiera de sus sucedáneos— significa decir: «No te temo, te desafío; tengo un pene». He aquí, pues, otra manera de intimidar al espíritu maligno”.
PJ Harvey ha forjado su trabajo artístico basándose en la disrupción, lo grotesco, la ironía y la ambigüedad (sexual, política y estética). La representación de su cuerpo extremadamente delgado, siempre con ropa muy ceñida, tacones altos y excesivo maquillaje o apenas maquillada juega con arquetipos que van desde lo camp (androginia) hasta lo vamp (femme fatale) pasando por el divismo queer e incluso el intelectualismo alternativo. Su familia tenía inquietudes culturales: sus padres eran unos entusiastas del blues y su madre organizaba shows de blues los fines de semana. Ella asumirá el blues clásico con su visión masculina tan estereotipada de la mujer y lo confrontará con su sexualidad irreverente y descarada. En el ámbito político eran conservadores, aunque no era una familia muy religiosa y Harvey no fue bautizada. Hace siglos los no bautizados eran considerados hijos del diablo en el folclore rural británico, proclives a ser brujas, licántropos o vampiros. Esto conecta de manera icónica con la imagen y los gustos de Harvey (a pesar de tener un gran interés en la religión y particularmente en la Biblia). La letra de la canción Yuri-G en Rid of Me explora y desarrolla esta imaginería del amor mágico, los encantamientos y la mesmerización que ya recorrió en el tema intrigante y pegadizo Sheela-Na-Gig del disco Dry. Las Sheela-Na-Gigs son tallas de piedra de origen celta que representan mujeres desnudas mostrando y abriendo sus vulvas exageradamente grandes. Una de las teorías sobre estas figuras sostiene que se ubicaban en el exterior de las iglesias para representar la inmoralidad, obscenidad e impureza de la lujuria femenina. Sobre esto decía PJ Harvey: “Sheela-Na-Gig es una figura femenina agachada, abriendo su vagina y riéndose locamente. Lo que me gusta de esto es que se ríe y se mutila al mismo tiempo. Humor y terror”. Medusas burlonas, pasadas por el tamiz del humor negro y desafiante de la artista. El carácter feminista de Harvey no se haya en el compromiso ideológico o doctrinario sino en su combate artístico por la transvaloración de los valores y mitos femeninos. Interpreta esos mismos valores y mitos para tergiversarlos y deformarlos con descaro, insolencia y un humor cáustico del que impregna estas interpretaciones de lo monstruoso-femenino: la vampiresa, la diva, la puta, la histérica, la mujer fatal, la mala madre… Todo esto lo lleva a cabo dramatizando los conflictos de poseer un cuerpo, de desear y ser deseada sexualmente pero sin mostrarse normativamente sexy, combinando de manera singular seducción y amenaza, intimidad y distanciamiento.
Harvey tiene un cierto gusto por el arte biológicamente macabro. Admira al artista neoyorquino Andrés Serrano y le impactó especialmente su exposición The Morgue (fotografías de cadáveres desde diferentes perspectivas). Harvey vive la música como una expresión de su cuerpo, que usa como un instrumento deliberadamente sexual: “La música es algo muy sexual. Es un afrodisíaco. No es algo que tenga que ver con tu cabeza, tiene que ver con tu cuerpo, que es un instrumento profundamente sexual. Llevar elementos sexuales a las letras para acompañar la música tiene mucho sentido para mí”. Para Harvey el sexo tiene que ver con ese oscuro objeto del deseo irresistible que se vuelve obsesivo, doloroso y violento. La violencia y la sexualidad se respira en Dry y sobre todo en Rid of Me: “El sexo y el amor no siempre van juntos. Me gustan los tonos más oscuros, a veces el sexo es físicamente bastante doloroso, dependiendo por ejemplo de si acabas de tener la regla. Es una sensación diferente cuando duele. De hecho, mentalmente, lo encuentro bastante doloroso”. Medusa fue violada y encima castigada. El dolor es doble: individual (físico-psicológico) y social o colectivo (transformación humillante en monstruo). Harvey trata de subvertir estos valores míticos sublevándose como una figura desafiante (apropiándose del rol masculino fálico en lenguaje freudiano) e incisivamente mordaz en lo social, y al mismo tiempo hermética e impenetrablemente esotérica en lo individual. Es una Medusa rebelde y reveladora, insumisa y activa, es decir, asalta el poder masculino, fundador de mitos, desde su conciencia femenina sin moralinas; se dedica a jugar, a reír desde su posición medusea desmitificadora. Harvey se expone, se exhibe y se manifiesta en su arte. Recordemos las palabras de Hélène Cixous en su libro La risa de la Medusa: “Para ver a la Medusa de frente basta con mirarla: y no es mortal. Es hermosa y ríe”.
Si hay una figura que precede a PJ Harvey con unas cualidades disruptivas similares es Patti Smith. Andrógina, descarnada, franca, culta y políticamente comprometida (aunque tampoco muy involucrada en el movimiento feminista). Las figuras más cercanas de Patti Smith en la industria musical y artística eran hombres: Lenny Kaye, John Cale, Bruce Springsteen, Robert Mapplethorpe o Tom Verlaine. Harvey también ha colaborado con artistas masculinos que comenzaron en el margen de la escena rock: Josh Homme, Nick Cave, Lou Reed, John Parish o Mark Lanegan entre otros, y también colaboró activamente en el impresionante disco de Marianne Faithfull Before the poison escribiendo, componiendo y participando en cinco canciones; en 1994 tuvo una relación fugaz con Björk y Tori Amos, formando parte de la icónica portada de Q magazine. El crítico musical Toni Castarnado ha escrito un libro este año sobre ellas, sus carreras y sus relaciones: Las chicas del Q: Una revolución musical en 1994. Harvey mantiene un alejamiento y a la vez una condensación de pluralidad sexual que se acerca, más que a un polisexualismo superficial, al término contra-heterosexual que propondría Alexander Doty y desarrollaría más adelante Pamela Robertson, es decir, se coloca en una posición conscientemente marginal que le permite articular una sensación de malestar o insatisfacción con las posiciones dominantes de identificación de género. Este posicionamiento no tiene necesariamente que establecerse desde posturas queer, aunque sí comparten una base teórica en cuanto a la flexibilidad, mutabilidad y performatividad del género que va más allá del binarismo heterosexual / homosexual y por supuesto de lo masculino / femenino. Harvey disfruta diseminándose en diversos roles y egos, por lo tanto, su arte nutre todo tipo de deseo, ya sea femenino, masculino, heterosexual, homosexual, etc. En la letra de 50ft Queenie del álbum Rid of Me se ve claro este discurso inconformista e “intersexual”: “Hey I’m one big queen (…) Hey I’m the king of the world”. Es reina y es rey. Es ella y es él. Recordemos el poema de Adrienne Rich Buceando en el naufragio: “Circundamos en silencio / por los restos del naufragio / nos sumergimos en la bodega. / Yo soy ella: yo soy él (…) Somos, soy, eres / por cobardía o valor / quienes hemos de hallar nuestro camino / de regreso a esta escena / llevando un cuchillo, una cámara / un libro de mitos / en el cual / nuestros nombres no aparecen”.
El cuadro más famoso sobre Medusa es La cabeza de Medusa que pintó Caravaggio en 1597. Se trata de un autorretrato, es decir, Medusa en esta obra de arte archiconocida tiene rostro masculino. Caravaggio la pintó en lienzo, que luego pegó en una tabla de madera en forma de escudo con la intención de crear el escudo de Perseo donde se reflejó el rostro de Medusa, pudiendo así el héroe acabar con ella sin mirarla directamente. En esta obra el monstruo femenino se transmuta materialmente en monstruo masculino a través de la “performance” de Caravaggio, que usó un espejo convexo para reproducir su propio rostro. Caravaggio personifica a Medusa para reapropiarse de sus poderes petrificantes (paralizando al espectador ante su obra de arte), revisita el mito y lo reinterpreta. Lo mismo hace Harvey desde una perspectiva contemporánea y mucho más diversa: se reapropia de la perspectiva cristiano-patriarcal (leyendo y estudiando la Biblia) que mitológicamente ofrece la imagen de la mujer como seductora y responsable de la caída del hombre en el pecado (John Milton en su Paraíso perdido), aliada del diablo, Eva cómplice de la serpiente (símbolo meduseo); y la reinventa musical y artísticamente de manera blasfema, tenebrosa y audaz.
Sus dos primeros discos son los que mejor representan su revisión del mito monstruoso femenino en múltiples formas con el minimalismo y la potencia de un power trio: PJ Harvey, Rob Ellis y Steve Vaughan se encargan de aturdir con su sonido crudo e intenso en una afilada mezcla de grunge, blues, punk y garaje. Dry (1992) es el debut del trío que abre con Oh my lover: “Don’t you know it’s all right? / You can love her / And you can love me at the same time / Give me your troubles / I’ll keep them with mine”. Juega irónicamente con la inseguridad, el miedo a la soledad, una posible relación “abierta” y ser “la otra” que sumisamente asumirá los problemas ajenos. Una canción como Happy and bleeding es un claro ejemplo del placer de Harvey por lo confuso, lo equívoco y lo críptico; siempre sostuvo que no se refería a la menstruación, ¿la creemos? La asombrosa Plants and rags, canción a lo Velvet donde ella misma toca el violín: “Plants and rags / Ease myself into a body bag”. Lo cotidiano se vuelve siniestro, ¿Freud? Un álbum tremendo que expresa fundamentalmente pasión en su sentido más amplio: dolorosa, estimulante, sexual y religiosa (la gran mayoría de canciones contienen temas bíblicos que interesaban a Harvey: Heaven, Hair, Victory, O Stella…). Un disco de una fuerza expresiva brutal, lacónico, brusco, árido. Como su propio nombre indica: seco.
Rid of Me (1993) es el segundo y último disco del trío. El productor e ingeniero de sonido es Steve Albini (trabajó con Nirvana, Pixies, The Breeders…). Es un disco con un sonido mucho más definido, duro e impactante. PJ Harvey suena más descarnada si cabe que en el anterior, parece poseída por las influencias de Captain Beefheart y Patti Smith. La canción de apertura que da título al disco es absolutamente atronadora, sucia y perturbadora: “Yeah, you’re not rid of me / I’ll make you lick my injuries / I’m gonna twist your head off, see / ‘Til you say don’t you wish you never never met her” mientras Rob Ellis canta en falsete: “Lick my legs, I’m on fire / Lick my legs, of desire”. El humor queda patente en Man-Size Sextet (versión de cámara con violín y chelo) y Man-Size (punk-rock a saco): “Man-sized no need to shout / Can you hear can you hear me now / I’m man-sized”. La violencia sexual y el amor como deseo violento es más que evidente en Rub ‘Til It Bleeds y Legs: “No other way cut off your legs oh / Did you ever wish me dead / I might as well be dead / But I could kill you instead”. Snake retoma el tema bíblico serpenteante de Adán y Eva. La desmitificación femenina se muestra con toda su ironía en Me-Jane (“Tarzan, I’m pleading, stop your fucking screaming! / Oh move it over Tarzan can’t you see I’m bleeding?”) y Dry (“You leave me dry”). Acaba con Ecstasy, una canción que parece grabada en un verdadero momento de arrebato alucinante. Un disco de una crudeza extrema, con un PJ Harvey Trio en estado de gracia (demoníaca).
PJ Harvey ha sido un referente feminista pero desde una perspectiva bastante singular. El movimiento Riot grrrl no le tenía en mucha estima (era mutuo) porque las letras de las bandas representantes de esta corriente eran reivindicativas, directas, contestatarias y claras, mientras que Harvey usaba la ambigüedad, el oscurantismo y sobre todo la perspectiva sarcástica. Aún así es evidente que tanto Harvey como las bandas Riot grrrl se han influenciado mutuamente (consciente o inconscientemente).
Destacar las versiones de Rid of Me y Hardly Wait que lleva a cabo la actriz Juliette Lewis en Strange Days (1995), la película más interesante (aunque tampoco es para tanto) de la sobrevaloradísima Kathryn Bigelow. Quizás de todas las versiones que se han hecho de Harvey estas dos son las más fieles al espíritu inconformista, disruptivo y salvaje de la artista británica. Como curiosidad, Juliette Lewis formó su propia banda de rock: Juliette and The Licks, en la que se puede vislumbrar un claro influjo y peso de la figura emblemática de PJ Harvey.
Para adentrarse en el mundo particular de Polly Jean Harvey hay que desprenderse de prejuicios, moralinas y tabúes, si no corres el riesgo de quedar petrificado.
* Gracias a Carol por su inestimable ayuda en la revisión y corrección de este texto.
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