REFERENCIAS DEL EPISODIO
Filmografía destacada
- Zatoichi (2003) – Takeshi Kitano
- Tange Sazen (1933) – Daisuke Itō
- La muerte tenía un precio (1965) – Sergio Leone
- Dai-bosatsu tōge (1953) – Kunio Watanabe
- La historia de Zatoichi (1962) – Kenji Misumi
- La historia de Zatoichi continúa (1962) – Kazuo Mori
- Shogun Assassin (1980) – Robert Houston
- El nuevo cuento de Zatoichi (1963) – Tokuzo Tanaka
- Zatoichi conoce a Yojimbo (1970) – Kihachi Okamoto
- Zatoichi: El festival del fuego (1970) – Kenji Misumi
- Harakiri (1962) – Masaki Kobayashi
- Sanjuro (1962) – Akira Kurosawa
- La espada del mal (1966) – Kihachi Okamoto
- John Wick 4 (2023) – Chad Stahelski
- Kagemusha. La sombra del guerrero (1980) – Akira Kurosawa
- Los siete samuráis (1954) – Akira Kurosawa
- Rashōmon (1950) – Akira Kurosawa
- El sargento negro (1960) – John Ford
- Hana Bi (Flores de fuego, 1997) – Takeshi Kitano
- Taxi Driver (1976) – Martin Scorsese
Bibliografía citada
- Zatōichi Monogatari (1948) – Kan Shimozawa
- Dai-bosatsu tōge (1913-1931) – Kaizan Nakazato
Otros episodios relacionados
- Episodio 72: Introducción al cine de samuráis
- Episodio 74: Shogunato Tokugawa, el reinado de los samurái
- Episodio 79: Cine de samuráis según Kenji Mizoguchi
- Episodio 80: Cine de samuráis según Yoji Yamada
INFORMACIÓN
Si no fuese por la versión que hizo Takeshi Kitano de Zatoichi en el año 2003, quizás hoy no tendríamos acceso (o interés alguno en acceder) a la saga de veinticinco películas ambientadas a finales del período Edo que protagonizó Shintaro Katsu sobre el personaje del samurái ciego entre 1962 y 1973 (impecablemente editadas por Criterion Collection), con una coda final en 1989 y el añadido de una serie de televisión de cien capítulos entre 1974 y 1979. Pero, del mismo modo, podemos decir que sin Zatoichi la carrera de Takeshi Kitano habría sido muy distinta, no solo por la influencia que el personaje ha podido tener en buena parte de su filmografía, sino también porque la misma forma de actuar de Shintaro Katsu no parece haber sido ajena a la construcción de las torpes aunque carismáticas maneras del director de Dolls en su faceta de Beat Takeshi.
El tono entre desenfadado y sangriento que nos ofrecía Kitano en su comedia de acción del año 2003 tenía, en realidad, muy poco que ver con el Zatoichi genuino, desde la misma forma de matar (con una llamativa y sádica letra “Z” como marca de estilo en sus víctimas frente al toque de espada sutil aunque letal en el caso del personaje original) hasta la realidad de su ceguera, nunca puesta en duda (y vivida con gran pesadumbre) a lo largo de la saga. El espíritu del auténtico Zatoichi estaba mucho más presente en obras tan sobresalientes como Dolls, El verano de Kikujiro o Hana-bi por su sensible tratamiento de la discapacidad, por el fatídico decaimiento con que sus protagonistas admiten las trágicas consecuencias de sus faltas o por su casual y entrañable visión de la paternidad. Todos estos elementos formaban parte inseparable del Zatoichi que con un tesón y una coherencia admirables fue construyendo el primero actor y posteriormente productor y ocasional realizador Shintaro Katsu, el verdadero corazón de la serie, capaz de fundir su físico con el del protagonista hasta el punto de que resulte chocante verlo interpretando a algún personaje sin discapacidad visual, en una carrera por lo demás muy prolífica (142 registros como actor aparecen en IMDb).
En Zatoichi encontramos ecos del vagabundo al que dio vida Charles Chaplin y de los protagonistas de las novelas picarescas, aunque siendo un personaje tan enraizado en su Japón natal nos obligaría a hablar, por encima de todo, de una tradición nipona cuya primera marca sería la propia duración y extensión de la saga (no del todo infrecuente en una cinematografía en la que Yoji Yamada filmó 48 largometrajes sobre el personaje de Tora-san) y cuya segunda y llamativa herencia sería el peculiar halo de paz que desprende este personaje, no ajena a una aflicción llena de estoicismo que esconde una visión trágica de sí mismo y fatalista sobre su futuro. Esta dura percepción de su propia personalidad no solo nos la transmite a través de sus actos, sino también y en varias ocasiones, en sus mismas palabras.
Zatoichi es un marginado por partida triple (ciego, vagabundo y samurái sin amo en el Japón decimonónico) que cree que jamás se podrá integrar en el mundo. Su sentido de la justicia y su rechazo visceral de la corrupción lo convierten, en muchos casos y para buena parte de sus casuales compañeros de viaje, en alguien admirable, pero las consecuencias de las luchas que emprende, tantas veces en contra de su voluntad, son trágicas y lo sumen progresivamente en la idea de que no puede controlar su fuerza y su excepcional habilidad con la espada y que, por ende, siembra la desgracia allá donde va. A pesar de esto, nunca puede mantenerse al margen, por más que lo intente: las circunstancias lo superan y su afán por pasar desapercibido se hace imposible al irse agrandando la lista de sus enemigos, entre los que se incluyen los estamentos oficiales, que llegan a ofrecer recompensas por su captura. Paralelamente, también crece la cantidad de personas agradecidas por sus actos, pero de manera inevitable siempre son menos poderosos que los primeros.
Escrito por: Mario Iglesias
Artículo completo sobre Zatoichi en el Blog de Perzival, aquí.
No hay reseñas todavía. Sé el primero en escribir una.