XLVI- DROGA
Desubicada y postrera
llena la sala de sangre,
con el tiempo que hurta
hasta arrastrarte a la caverna.
De lodo y esquirlas
su bravucón alarido
anda embocando comparsas
que al canto del olvido
hace olvidar nuestras caras.
La piel,
con olor a estropajo
mientras que la vida de ti no se apiada
anda ocultando venas
va saciándote de llagas.
Y tú vas
consumiendo humo a destajo,
desvencijando sonetos
a golpe de navaja,
vaciando latas y hierros
calumniando tu mirada.
Y la calle, vacía y llena de lágrimas,
va acurrucando fríos
que al alba serán escarcha.
Hoy el émbolo despertó sin gritos,
la retina bajó la guardia,
la música quedó enmudecida
mientras una vida acababa.
Y frente a los cartones y al vino
la gente pasaba sin pausa.
Un alma dormía tranquila
dejando atrás los abismos
que devoraron sus entrañas.
Ya no anda buscando versos,
ya no grita sus proclamas,
la droga venció de nuevo
mañana partirá,
a tender otra emboscada.